viernes, 13 de enero de 2023

Reinicios

—¿Y estás seguro de hacerlo?

—¿Y por qué no?

—Pues, porque es como si estuvieras comenzando de nuev...

—Volver a empezar no es partir de cero.

—¿Estás seguro de que no estarías partiendo de ceros?

—No, estoy sencillamente buscando salir del estancamiento y caminar de nuevo.

—Entonces no estás comenzando de nuevo, sino que estás retomando el camino, pero en otra dirección, ¿es así?

—Justamente eso es lo que pretendo. Durante mucho tiempo añoré un «borrón y cuenta nueva», un reseteo instantáneo que me permitiese librarme de piedras, cargas y culpas acumuladas, pero si así ocurriese, perdería el sentido de lo que he caminado, recorrido y aprendido, y volvería a estar propenso a caer en los mismos ciclos nocivos e inconscientes que he vivido... Es como negar, o pretender borrar, lo que he logrado hasta este momento.

—Según tus palabras, no son «nuevos comienzos» o «reinicios», sino: «cambios de camino», ¿correcto?

 —Así es. Lo que se entiende como «empezar de nuevo» tiene más sentido, si se asume como una forma de reencontrar la energía en nosotros mismos; lo entendí como el sol y su ritmo cíclico: el amanecer es el punto de llegada del anochecer y a la inversa. Mientras haya días, hay vida, por ende, hay oportunidad de seguir caminando. 

—Pero al marcharte y no continuar en el mismo sentido que venías, ¿no estarías despreciando de algún modo el camino que te trajo hasta aquí?

—No, lo contrario: lo valoro, lo acepto, lo agradezco, pero aquí lo dejo. Debe verse y entenderse como una especie de base, para reunir nuevas fuerzas y caminar en otro sentido.

 

Rememorando la conversación, fue entonces que el Dragón sonrió con cierta sorpresa, pero gratamente orgullos y complacido, al caer en la cuenta tardíamente de que en aquel momento no había estado hablando con el Humano ciertamente, sino con su sombra, puesto que dicho Hombre ya llevaba un tramo avanzado de haber reiniciado su camino.

viernes, 16 de diciembre de 2022

¿Por qué?

Te quise hablar, pero no fui capaz. Algunas veces que lo hice, fueron las mismas veces que me arrepentí de hacerlo. 

Hoy, que tuve la oportunidad de hacerlo, sentí el impulso con más inclemencia que otros momentos, y si bien, ganas de saber de ti sobran a diario, con la esperanza de alegrarme el día por completo, también, por hablarte, el día pudo haber resultado doblemente amargo. 

No lo sé y ya ni lo sabré. La única alternativa es confesarlo en este escrito, con la necia y absurda idea de que lo leas, sumado a la remota posibilidad de que también llegaras a confesarlo conmigo. No obstante, dichas confesiones sólo tendrían cabida en un tiempo futuro, aquel en el que fuésemos amigos y ya no sintiésemos lo mismo; donde ya no nos importemos, ni lo que hacemos o lo que no hicimos. De esa manera, las confesiones tendrían sentido, porque de lo contrario, las consecuencias se enfilan en dos sentidos: ambos salimos bien librados y contentos, o uno de los dos saldría rotundamente (más) herido. Por eso, lo más sano es hacer el silencio debido.

En conclusión: no te hablé, ni tú me hablaste. A lo mejor, hasta tú puedes estar pensando lo mismo: 

«¿Por qué no le hablé?»

«¿Por qué no me habló?

«¿Por qué no hablamos?»

«¿Por qué?».

jueves, 1 de diciembre de 2022

Concierto

Soy un pianista y mi piano es tu cuerpo.

Teclas blancas, donde la luz de una lámpara lejana, alumbra cálidamente la tersa y exultante desnudez de tus pechos, vientre y piernas enredadas en las sábanas.

Teclas negras, donde las sombras y las curvas de tus formas se elevan y se destapan, entre tu cuello, espalda y entrepierna, formando densos, oscuros y provocadores ángulos en tu figura arqueada.

De tus labios brota la música de una respiración agitada y acelerada, mientras toques suaves, firmes, juguetones, delicados y de extremo sensibles de mis dedos, te interpretan.

Te toco de agudos a bajos; de extremo a extremos; incesante y delirante, en busca de más armonías emanadas y fundidas en el orgásmico momento, tan tuyo y tan mío. De los dos, un solo compás y tiempo.

No hay rincón que no produzca una nota de emoción y deseo. El martilleo incesante de un orgasmo hace que tu cuerpo estalle en ondulaciones y me regale la mejor y más hermosa melodía que jamás habías compuesto.

Tu mirada exhausta y radiante es el clímax del último acorde perfecto, para este concierto íntimo y auténtico, cuyo real director, solista, artista e instrumento, es este amor que por ti siento.

domingo, 27 de noviembre de 2022

Nocturna

Un día más de silencios,
una noche de mayor distancia;
son semanas y semanas en ausencia,
meses y meses de no tener calma.

Palabras que pierden sentido,
momentos que parecen de sátira;
mentiras que no pierden su filo,
ahora purifico esos recuerdos en lágrimas.

Con el alma casi extinta,
Con mi alma casi acabada,
renazco en mí misma
y me libero de tu karma.

Ahora soy yo quién te abandona,
desprecio tu engañosa alma,
me olvido de tu amor y tus palabras
y de la creencia absurda en la que te amaba.

jueves, 17 de noviembre de 2022

Dedicatoria

Dedicarte canciones: imaginando la escena en donde las disfrutas, las cantas o tarareas a viva voz y te mueves libremente con ellas; en donde las bailo contigo; en donde las conversamos en sus significados tanto a profundidad como en su trivialidad; en donde nos quedamos en silencio, bien sea pensativos por nuestras propias experiencias previas, o porque simplemente evitamos cualquier interrupción o ruido.

 

Dedicarte caricias: aquellas en donde mi propio cuerpo adquiere control autónomo para rozar y besar tu entera anatomía; aquellas en donde mis manos reconocen tus pliegues, siluetas y formas perfectamente imperfectas; aquellas donde compartimos calidez y cosquilleos y picardías; aquellas donde aliviamos quejas, cansancios y tensiones acumuladas, a causa del trajín de cada día; aquellas donde nos regalamos el placer del mutuo y agradecido sexo.


Dedicarte momentos: abrazados sin tiempo; trenzadas manos, miradas y carcajadas; caminando, por calles, parques, montañas, ríos o playas, al mismo paso unas veces y otras  marchando detrás; corriendo, evadiendo, alcanzando y jugueteando sin más; conmovidos, velantes y acompañantes el uno con el otro, porque tenemos heridas y malestares del alma, pero con la sola presencia mutua, los hacemos llevaderos y transitorios.


Dedicarte pensamientos: porque a veces estoy de acuerdo y en desacuerdo contigo; porque me gusta algo que dices, haces y cambias, y porque me incomoda algo que dejas de hacer, ignoras y callas; porque estás de acuerdo y en desacuerdo conmigo; porque me aceptas y así mismo te acepto; porque nos reconocemos como seres imperfectos, diferentes y cambiantes; porque tenemos pensamientos propios y compartidos.

 

Dedicarte estas palabras, dejando que el tiempo fluya y se pierda entre la dicha de estar contigo, añorando que todo se postergue y lo efímero del sueño, se suspenda indefinidamente...

 

Sonrío con tristeza, amargura y melancolía: 

aún no existes en mi vida, 

para así dedicarte este escrito.

viernes, 11 de noviembre de 2022

Qué difícil es levantarse

Cuando te sobran motivos para no hacerlo.

Cuando tienes la energía apenas suficiente para mandar todo a la mierda y tu motivación se centra en querer hacerlo.

Cuando añoras el silencio del mundo de afuera y de adentro. No quieres oír a nadie, porque quieres silenciar tu propia cantaleta resonante y repetitiva segundo a segundo, respiro a respiro.

Cuando no encuentras ese pensamiento enfocado y claro de días pretéritos, y saltas de idea en idea, sin encontrar atención, reposo y/o regocijo en una sola de ellas, pero a su vez, y de forma paradógica, toda esta confusión y brincos resultan alineados en solo dos sentidos: «todo importa un culo» y «ojalá que algo volviera a importar un culo, por le menos».

Cuando no hay colores, o si los hay, apenas se perciben como gamas opacas o desteñidas, que complementan el cromatismo con la palidez de tu rostro en el espejo; ese espejo que no brilla y que refleja arregañadientes el desordenado entorno a tu alrededor.

 

¡Oh! Es hora de la pastilla... la pastilla que aseguran para atenuar el dolor (pero que solo lo disfraza)... la pastilla que reduce el volumen, en cantidad y en ruido, de pensamientos (pero que superpone otros y termina formando un bullicio de todos con todos)... la pastilla que recupera medianamente algunos colores y brillos, y que ayuda enderezar unas cuantas líneas de la autoimagen (pero que solo maquilla y termina deformando otras figuras del entorno mismo)... la pastilla que sirve para reunir algo de energía y dizque lo levanta a uno, sí o sí.

Ahora el problema es que tengo que levantarme de la cama por la puta pastilla...

viernes, 11 de marzo de 2022

Hoy

Hoy puedo reír,
porque te he visto reír.

Hoy respiro profunda y lentamente,
porque tu aroma en el aire está.

Hoy puedo escuchar nuevamente,
porque me hablaste y dijiste mi nombre. 
 
Hoy creo en las caricias,
porque tu cabello se agita al viento.
 
Hoy tengo piel,
porque sentí el roce de tus manos.
 
Hoy el mundo existe,
porque lo veo reflejado en tus ojos.
 
Hoy vuelvo a ser yo,
porque me has besado.

Hoy tengo un hoy,
porque estás aquí... conmigo.

jueves, 17 de febrero de 2022

Días de días

Día de flaqueza sentimental,
en el que revivo emociones
de épocas remotas y recientes,
cuyos finales aún quisiera cambiar.

Evoco la agonía de viejos atardeceres
y me resisto a la idea de dejarlos pasar,
los vuelvo permanentes anocheceres
que simulo a ratos olvidar.

Momentos que no fueron,
momentos que debieron ser,
momentos que se apropian de momentos,
momentos que no tuvieron un ayer.

Observo lo que antes soñé
y me pregunto: ¿Qué tanto de sueño fue?
¿Es una pesadilla el no haberlo realizado?
O simplemente… ¿Desde cuándo desperté?

Este bucle latente 
me agota,
me desgasta, me drena y me quiebra,
me pesa la vida,
estoy en ocaso…
Hoy, ya no pude más,
y sencillamente
lloré.

miércoles, 2 de febrero de 2022

2 del mes 2 del año 22

Querido Dragón:

Hace bastante tiempo que no sé de ti. Son meses, semanas y días que lleva el conteo de la distancia y de tantos silencios, pero bueno... Te escribo para contarte un poco de mis acontecimientos.

Quisiera decirte que estoy bien, pero no es así. Durante una buena época lo estuve, pero el combustible de nuestras conversaciones y aprendizajes se fue extinguiendo paulatinamente, hasta el punto en el que hoy me siento perdido y desubicado de nuevo. Estuve fuerte, animado y motivado, cuando las esperanzas eran el aliento de la mañana, y aunque la constante presión de mis propios pensamientos hacían mella y mi energía optimista se drenaba por grietas, alcanzaba a terminar el día sonriendo a pesar de los malos ratos. Durante ese tiempo me sentí en equilibrio con todo y el yo pasado. 

Pero como te decía, la llama fue decreciendo...

En esta sensación de consumación, extraño el mundo que conocía; extraño ver el rostro de la gente sin una cobertura de miedo, en aquellas épocas donde respirar era algo invisible y ordinario; extraño la inocencia del tumulto, de los roces incautos con desconocidos y el movimiento de la masa, esa masa donde todos nos ignorábamos y paradógicamente, no teníamos rostro; extraño los abrazos melosos o amigables o profundos o personales o casuales, que me brotaban de forma natural, incluso en aquellos momentos cuando la única prevención provenía del otro por el simple contacto humano o por la percepción de invasión del espacio personal. 

Extraño eso y me extraño.

Hoy me percibo tan frágil como las cipselas de un diente de león en su estadio final, que con un mínimo soplido se atomizan en el aire. Cualquier dolor físico, mental o emocional se siente más profundo, crudo y hasta corrosivo. Hasta el acto de sonreír se vuelve cada vez más pesado, escaso y reacio. 

Y esto resulta contradictorio, porque por un lado soy insensible al mundo, pero por otro, con todo resulto siendo empático. Lo que antes era algo banal y lejano de otros, hoy se me antoja conmovedor. Lo que antes era importante y trascendental de mí, hoy ya no se me antoja.

No sé si supiste de todos estos cambios del mundo y de mí, o si los habías anticipado, pues seguramente son parte del eterno, necio y terco ciclo humano. En lo que llevo de conocerte, sé que nada nuevo te estaré contando, pero igual no importa. Consideré necesario sentirlo, pensarlo y finalmente, escribirlo.

Quiero que sepas que en este momento, todo lo que he aprendido de ti, me lo he cuestionado. No sé si este caos era evitable o si es justamente su resultado.

Por lo pronto, me despido con una certeza (aclarando que no es para ti en sí, si no que dicha certeza es más por mí) y es que cuando vuelvas, ya no estaré aquí. 

 

Atentamente:

El Humano.

viernes, 7 de enero de 2022

Un viaje

Emprendo un viaje. No conozco el camino, solo sé el destino: un cambio. 
 
Tal vez el viaje sea el principio del cambio;
tal vez el viaje complete el cambio; 
tal vez el viaje me prepare para el cambio.
Desde este punto, sólo puedo advertir la inminencia de un cambio y del hecho de cambiar.

Tengo firmes esperanzas en que el cambio es positivo. A la larga, cualquier transformación lo es.

Obviamente, como todo lo que implica cambios, tendré dificultades y mi reacción será el aferro a lo acostumbrado, pero ante eso, solo tengo claro que tengo la fuerza suficiente para mantener el andar.

Hay miedos y apegos, por supuesto. Miedos a lo que debo soltar y a la misma acción de soltar; pero a la larga, esa es la vida: encuentros, desencuentros, idas, venidas, logros y pérdidas. 
 
A pesar del temor, estoy tranquilo. Supongo que es algo bueno. Es un buen indicador de que esto tenía, tiene y tendrá que pasar.
 
Mi viaje está comenzando. 
Mi viaje ya comenzó.
 
Comenzar a cambiar.

viernes, 23 de abril de 2021

Ensueño

Te soñé. 

Eras la emoción de un amanecer. 

Eras el relajante silencio de un ocaso.

Eras la paz en las estrellas. 

Eras la esperanza de un cielo libre, donde se puede dibujar en el aire cualquier deseo. 

Eras la abierta pasión en un horizont... ¡Momento! 

 

¿Sigo soñando o aún no he despertado? 

 

Ni lo uno ni lo otro. 

Con los ojos abiertos o cerrados, 

sigues siendo mi ensueño adorado.

domingo, 11 de abril de 2021

Conversación infantil

—¿Estás allí?

—Sí.

—Sal.

—...

—¿Qué haces?

—Tengo miedo.

—No te preocupes. Dame la mano. ¡Ven!

—¿Seguro?

—Pues sí... Confía en mí... Eso es. ¿Ves? No pasa nada. 

—Está bien.

—¿Y por qué te escondiste allí?

—...

—Me hubieras llamado o también habrías podido avisarle a alguien o gritar.

—Lo hice, pero tú no me escuchaste.

—Bueno... yo sé que a veces los adultos nos ocupamos y descuidamos las cosas, pero me hubieras insistido...

—Lo hago siempre, pero tú no me oyes. ¿Te acuerdas la otra vez que me regañaste porque me puse a llorar?

—Pues... es que tú sabes que...

—Por eso, yo estaba llorando y tú sólo me regañabas y te molestaste porque no yo no podía dejar de llorar.

—Pero es que tú sabes que no me gusta verte llorar...

—¿Ya ves? Tú no me prestas atención y no te importo. Hace mucho que no juegas conmigo, tampoco me hablas, y aunque yo te busque y trate de hablarte, me miras raro o me ignoras, y te vas. Crees que, porque soy niño, no entiendo y que no te puedo ayudar.

—Lo que pasa es que hay cosas que aún no comprendes. A veces los adultos hacemos cosas que los niños no saben por qué.

—Pues por eso te pregunto, para que me enseñes o me ayudes a entender. Yo me doy cuenta cuando estás llorando o cuando te molestas, o cuando tienes miedo también. Aquí estoy. Tal vez yo sea muy pequeño, pero siempre he estado contigo y siempre estaré.

—Jajaja, ¿y es que no piensas crecer?

—Justamente ahí está el problema: tú eres quien espera y quiere que yo crezca, por eso, me rechazas y te rechazas tambi...

—¡Ay, mira, no empieces! ¡Vete a jugar con tus juguetes más bien! ¡Hablas de lo que no sabes!

—Me estás regañando otra vez...

—¿Ya te vas a poner a llorar?

—...

—A ver, ahora no tengo tiempo para eso; vine para ayudarte ¡y con las que me sales! ¡Ya no más!

—Es que yo no soy quien necesita la ayud... No... No te vayas... ¡Por favor! No apagues la luz otra ve...

 

Apagó la luz, se alejó del espejo, y mientras se secaba una lágrima y refunfuñaba, remedó con desprecio, frustración y decepción, la voz del psicólogo, cuando en aquella mañana le decía: «Haz las paces con tu niño interior...».

miércoles, 10 de marzo de 2021

Duelos

Esta canción que hoy estoy componiendo,
será un duelo por mi pasado,
es un duelo por lo que viviré,
y aunque ha sido un duelo silente,
a futuro sé que dejará de doler.
 
No obstante, la esperanza esté presente,
Este duelo
duele.
Duele por mí.
Duele por el propio duelo.
Duele porque debe así debe ser.
 
Qué más da si no soy el mismo.
Siento culpa por no ser igual.
Miro hacia atrás y me encuentro siendo otro
y lloro desconsoladamente por ese que quedó atrás.

Me miro y apenas me reconozco,
o tal vez, creo verme,
o me pretendo reconocer;
sé que son mis ojos, 
pero claramente no es la misma mirada,
sé es mi propia voz la que escucho
pero definitivamente no son las mismas palabras,
sé que mis manos siguen abiertas y dispuestas,
pero extrañamente no tienen el mismo tocar.

¿Qué tanto he cambiado?
¿Mi piel es la misma piel?
¿Qué «yo» ha prevalecido?
¿A qué «yo» debo serle fiel?
 
Arrancarme de mi imagen cuesta,
porque me aferro al que siempre deseo ser,
porque me escondo en tantos recovecos de mi mente,
porque me acostumbré a la idea de pensarme inmanente,
porque me aterra ser otro diferente,
porque me ciego a otras posibilidades de ver;
mas ante toda esta sarta de excusas y pretextos,
arrancar, en últimas, es lo que cuenta.
 
Hoy entierro a un «yo».
Hoy lloro a este «yo».
Hoy despido a ese «yo» muerto.
Hoy mato a mi «yo».
 
Hoy también me desentierro.
Hoy emerjo de mi tumba.
Hoy me sacudo la tierra que me he echado.
Hoy vivo para, por y en mí.

jueves, 7 de enero de 2021

Canción de cuna para un abuelito

Arrurú, abuelito.

Arrurú, mi sol.

Cierra ya esos ojitos,

descansa en paz, mi amor.

 

Deja de angustiar tu descanso,

que no importa lo que pasó.

Vida plena nos diste,

tu legado vive en nuestra labor.

 

Mi corazón te agradece,

a través de esta canción,

el cariño que desde cuna nos diste

y la bendición que fue tu dedicación.

 

Arrurú, abuelito.

Arrurú, mi sol.

Cierra ya esos ojitos,

descansa en paz, mi amor.

 

No sufras más, mi viejito

que contigo sufro yo,

viaja tranquilo al nuevo mundo

que en mi vida seguimos los dos.

 

Cuando sea mi hora,

hacia ti corro y vuelo;

espérame en el cielo bonito,

en tu cielo bonito, abuelo.

 

Arrurú, abuelito.

Arrurú, mi sol.

Cierra ya esos ojitos,

descansa en paz, mi amor.